viernes, 29 de marzo de 2013


Mondoñedo Noche de Bruxas

Hotel donde transcurre la historia


Desde hacía años vivíamos en Australia, y regularmente visitábamos Europa, empezando por España, la tierra de nuestros mayores. 
Ese año llegamos desde Francia, alquilamos un coche y, atravesando los Pirineos (“piri” fuego “neus” nieve) nos dirigimos hacia Galicia, cruzando San Sebastián, Cantabria, Asturias y. así,  llegamos a Lugo. 
Mi esposo sabía que su padre, fallecido cuando él tenía tres años, era originario de esa región gallega, pero no sabía de qué comarca exactamente, ni el año de su nacimiento.
Sólo sabía, a través de su madre, de lo poco o casi nada que ella le había dicho, que cuando nació, su padre ya tenía cincuenta y siete años y su madre veinticuatro.
Era su segundo matrimonio y tenía hijos mayores que su flamante esposa, mi suegra. 
Con el deseo imperioso de encontrar sus raíces y la familia paterna, comenzamos a buscar, a través de cartas, la partida de matrimonio de sus padres, la cual no se encontraba por ningún lado. En eso estábamos cuando decidimos hacer un viaje a España, un viaje a la tierra de sus padres y de mis abuelos: Galicia y Catalunya.
Llegamos a Mondoñedo, casi de noche, cansados y con una gran tormenta que se avecinaba. 

La tormenta se avecinaba y llegamos al hotel de la primera foto.

¡Hermoso lugar ¡ El hotel caía como en cascada sobre la ladera de la colina. Se entraba por el último piso y todas las ventanas daban a un profundo valle.
Ya empezaba a soplar un viento helado y furioso.
Tocamos la puerta y estaba cerrada, pero vimos un cartel que decía :”por hospedaje dirigirse al número xx de esta misma ruta” (eran apenas unos doscientos metros de distancia) 
Allí fuimos. Una señora muy joven, guapa y amable nos atendió y resultó ser la dueña del hotel y viuda recientemente. Nos acompañó de vuelta al mismo, abrió la puerta de vidrio con su llave y nos dijo que no había nadie alojándose en ese momento, que seríamos los únicos, si aceptábamos estar totalmente solos en todo el hotel, durante la noche, ella no tendría ningún inconveniente en dejarnos, pero con la puerta principal cerrada con llave. 
Le dijimos que no había ningún problema.
El viento ya era furioso y la oscuridad nos estaba envolviendo.
Nos dio un cuarto (si mal no recuerdo) en el cuarto piso sobre el ala izquierda.
Nos avisó que por la mañana llegaría la empleada que se encargaba de preparar el desayuno en el salón que estaba en el último piso ( o sea el de abajo de todo).
Nos dejó su número de teléfono para llamarla en cualquier situación de
emergencia y se marchó. 
La tormenta ya estaba sobre nuestras cabezas. Y el viento rugía como una fiera enjaulada.
La Recepción era pequeña pero muy bien decorada, predominando los tonos rojizos y aterciopelados. Hacia la izquierda había un salón con cortinados rojos también, que cumplía la función de pequeño teatro/cine.

Frente a este salón y también a la izquierda de la recepción comenzaba la escalinata tapizada en rojo, que bajaba siguiendo la ladera de la montaña, hasta su base, y a cada lado de ella, de tanto en tanto, un descanso para permitir el acceso a los cuartos de los diferentes pisos. Si mal no recuerdo eran 5 ó 7 en total (no lo recuerdo bien).
Todo absolutamente limpio, confortable y casi diría : mágico.
No sé por qué, apenas entré en ese hotel, todo me pareció “mágico”.
No estaba asustada ni mucho menos por el hecho de estar solos. Primero y principal porque estaba con mi esposo y segundo porque no me alarman esas situaciones, por el contrario, gozo con el misterio que encierran algunas de ellas.


ventanal del cuarto
 
Fuimos al cuarto y en el momento que entramos, un golpe de viento abrió la ventana y sentimos que casi nos aplasta contra la pared de entrada.
A mi esposo le costó cerrarla porque el viento era feroz.
El valle no se veía. Era la boca de un lobo… y el viento rugía cada vez con más fuerza. Era un monstruo desatado!!!
Nos dimos una ducha y nos metimos en la cama.
Ya a punto de dormirnos, escuchamos un ruido en el pasillo y … pasos…
“¡ Cómo ¡ ¿no era que estábamos solos?” dijo mi marido.
Y la terrible frase que ya esperaba,  la escuché inmediatamente: “Voy a ver”
Se vistió y salió del cuarto, pero me hizo cerrar la puerta con llave detrás de él.
Yo fui a mi maleta y busqué unas tijeras que llevaba y las sostuve en mi mano.
Al rato, golpearon la puerta:
“tac, tac”
“¿quién es?”
“¡Soy yo ¡”
¿“Yo” quién? …
“ ¡vamos, abre ya !“ “¡Un poco más y me pides el D.N.I.”!
Y abrí, sin soltar las tijeras.
Resumiendo: mi marido vio a un señor delgado con una toalla en los hombros que se metía en un baño común. Se saludaron y mi esposo volvió al cuarto. Conclusión: “Otro huésped, tal vez recién llegó…”



comedor del Hotel, en la base del edificio.


Por la mañana nos levantamos y bajamos al salón-comedor al pié de la ladera, para desayunar.
Esperábamos encontrar al “fantasma” nocturnal, desayunando también. Pero no estaba. Solamente nosotros dos.
Cuando la camarera se acercó a la mesa, le preguntamos si habían más personas hospedadas allí.,  nos dijo que NOSOTROS ÉRAMOS LOS ÚNICOS.
Entonces mi marido le comentó lo de la noche anterior y la muchacha con los ojos muy abiertos nos dijo “Aquí no se hospedó nadie en muchos días, anoche estabais solamente vosotros dos” 

¡¡ UYYYY !!
………………….

Leyendo hasta aquí, tal vez piensen que eso fue todo… ¡PUES NO!
……………………………………
Mientras esperábamos que nos sirvieran el desayuno, de repente le dije a mi marido, “ pensar que este año tu papá cumpliría cien años” (recuerden que le llevaba cincuenta y siete años a mi esposo).
“No, sólo noventa” me contestó.
“¡No señor! Cien años este año!” Respondí muy empecinadamente.
En ese mismo momento estaba sacando una servilleta de papel de uno de esos servilleteros de metal donde están todas las servilletas juntas, aplastadas… mi marido había sacado una hacía un instante. Cuando yo la iba a llevar a mi boca, vi de soslayo, algo extraño en la servilleta… como dibujitos…. y cuando la miré detenidamente leí, escrito a mano, con letra cursiva y con lapicera azul:
100 años
Me quedé petrificada, no podía hablar. Se la mostré a mi marido, la miró y dijo después de unos instantes (como buen escéptico que es)”casualidades” y la arrojó al cesto de la basura.
“casualidades” …. (¿¿¿???)

¿qué les parece? 
……………………………………………..........................

"Eu non creo nas bruxas, pero habelas, hailas".

10 comentarios:

antonvila@hotmail.es dijo...

Si es verdad, es asombroso y si no lo es, tienes una imaginación privilegiada.
A.V.

Mabel G. dijo...

Eso lo sabrán las bruxas.... que hay, haylas....
Agradecida por tu comentario A.V.

Unknown dijo...

¡Me encantó...!!! realmente fascinante la manera de narrarlo, me encontré sumergida en el relato. Excelente y felicitaciones...y confieso que yo creo en sucesos extraños e inexplicables como estos, a veces suceden cosas que parecen salir de un lugar mágico que yo llamo "entre el cielo y la tierra". Abrazo Mabel G.

Mabel G. dijo...

Que fue mágico, lo fue... y hasta si hubiera sido una "casualidad"... yo diría que fue una "casualidad mágica".
Gracias por tu comentario, Toti. Un beso !

Jorge Martín dijo...

Me encantó el relato, amiga Mabel. Te lleva por un mundo mágico que hasta parece que lo estás viviendo en persona... ¿Es un relato mágico o sucedió realmente? Yo creo en esos fenómenos paranormales. Felicitaciones y un gran abrazo!!!

Mabel G. dijo...

Sucedió.... Jorge, tal cual lo relaté... y lo tengo tan presente que parece que hubiera sido !ahora".
Abrazos, amigo.

Jorge Martín dijo...

Supuse que el relato había sucedido y que no era ficción... Realmente fascinante!!!
Un abrazo, querida amiga!!!

Mabel G. dijo...

Gracias por tu confianza en mi persona. Un abrazo para vos, querido amigo Jorge.

Mabel G. dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...
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